27 febrero, 2008

Recuerdos que enriquecen el alma

En la despertar de un nuevo día, el 21 de febrero del 2008, me prepare el mate, una botella de agua y la radio para dignarme a ir a la terraza, a ver el eclipse de luna que tanto venia esperando.

Subí a la terraza (piso 11 del edificio) y al abrir la puerta me encontré que el suelo estaba bañado de una hermosa luz azul mate, sabia que el eclipse total iba a ser alrededor de las 01:30 a.m.; igualmente dí la vuelta y apuntando hacia el sur de Bs.As. logre ver en lo alto la luna, ya la transición hacia la oscuridad total.

Tranquilo volví hacia la entrada y camine unos metros hasta toparme con la escalera que me conducía al “piso 12” que es la parte más alta del edificio: el tanque de agua del mismo.

Al ritmo del mate, de música lenta y de la gente que miraba el eclipse desde otras terrazas, pude ir viendo como la luna desaparecía de manera total por primera vez frente a mis ojos. Es mi primer eclipse. El goce fue máximo cuando el mismo se hizo total y la luz del sol que permite pasar la tierra a través de su atmósfera, empezó a darle a la luna un color rojizo que de apoco se fue intensificando e invadiendo la totalidad de la superficie lunar que podemos ver desde la tierra. Luego a partir de la 1:15 a.m. la alineación de la tierra, el sol y la luna parecía ser completa y la luna se presentaba como un astro rojizo con dos luceros a sus costados como si fuesen pajes de algún duque medieval.

Veía muchas personas desde su terrazas sacando fotos, la mayoría generalmente; aunque yo no tengo cámara de fotos creo que pude disfrutar uno de los momentos más agradables y el recuerdo de ello y el presagio del acontecimiento quedarán dentro de mi imaginación como combustible que alimentará cada día más mi alma tan sedienta de conocimientos, de acontecimientos, de momentos únicos. Una artística alineación que aunque nuestra amada matemática aplicada puede explicar, siempre tienen algo de místico.